Jefes de Estado: Explosiones, egos y diplomacia a golpes en una comedia de acción que nadie pidió pero que todos agradecerán

Jefes de Estado es un filme de Amazon Prime que llega como un misil diplomático que prefiere los puñetazos antes que las palabras elegantes ya que no pretende cambiar el curso del séptimo arte ni construir una narrativa compleja porque su misión es entretener con una mezcla caótica de acción, humor y testosterona mientras pone a dos líderes mundiales a resolver sus diferencias a golpes y lo curioso es que funciona para lo que es.

La nueva apuesta de este servicio de streaming no engaña a nadie puesto que es una buddy movie de manual, una comedia de acción disfrazada de película política o quizá al revés y lo cierto es que detrás del ruido, los disparos y las frases sarcásticas, hay una película que entiende perfectamente lo que es tener una diversión de alto presupuesto que no pide permiso para ser exagerada.

La cinta se centra en el presidente de los Estados Unidos, Will Derringer (John Cena) y el primer ministro del Reino Unido Sam Clarke (Idris Elba), dos líderes mundiales que no se soportan ya que uno es una montaña de músculos con pasado como estrella de acción y el otro, un veterano militar que ve el mundo con la precisión de una estrategia militar pero cuando un atentado aéreo los obliga a sobrevivir juntos en territorio enemigo, deberán escapar de una conspiración internacional y encontrar una manera de trabajar en equipo.

Con la ayuda de la astuta y siempre preparada agente Noel Bisset (Priyanka Chopra Jonas), deberán atravesar fronteras, sortear emboscadas, sobrevivir a embates diplomáticos, enfrentarse a mercenarios y enfrentarse a un villano geopolítico con ínfulas de dictador (Paddy Considine) cuya ambición desmedida amenaza con desatar un conflicto global pero entre tantas explosiones y conspiraciones, la misión más difícil será vencer sus propios egos enfrentados que chocan con más fuerza que cualquier misil en la pantalla.

El filme se presenta como un espectáculo al servicio del caos y el entretenimiento sin pretensiones narrativas ni ilusiones de trascendencia porque paradójicamente, eso es lo que la hace funcionar tan bien ya que en lugar de buscar una identidad compleja o reinventar el género, se apoya firmemente en los cimientos de la comedia de acción clásica en aquellos populares cintas como 48 Hours, Rush Hour o incluso The Other Guys pero con una capa moderna de sátira política global.

La clave está en su tono que es despreocupado, explosivo y autoconsciente debido a que es una producción que está diseñada para entretener, para mantener al espectador pegado con una sonrisa mientras todo estalla a su alrededor (literal y metafóricamente) y cumplir con creces. En ese sentido, hay una honestidad creativa que se agradece mucho porque Jefes de Estado viene a regalar dos horas de puro show con un poco de veneno político disimulado entre los chistes.

El dúo protagonista eleva la trama constantemente porque John Cena, con su energía bufonesca y su carisma de “héroe accidental” y Idris Elba, con su porte estoico y ese temple británico que contrasta y choca en todo momento con el estilo hollywoodense de su contraparte, forman una pareja disfuncional de oro gracias a que su dinámica se siente natural, chispeante y como si llevasen años perfeccionando la fórmula de la enemistad convertida en compañerismo a punta de balas y sarcasmos.

Las secuencias de acción están pensadas para emocionar sin saturar ya que hay persecuciones, explosiones, peleas cuerpo a cuerpo y buen uso creativo del entorno (incluyendo una escena en avión y una persecución en la limosina presidencial en Austria. todo está dirigido con esa mezcla justa de pulso narrativo y ligereza tonal puesto que Ilya Naishuller, demuestra nuevamente que domina el ritmo pero aquí cambia la violencia cruda de Nobody por una acción juguetona y visualmente limpia.

Y si bien la cinta podría haber sido un vehículo de lucimiento exclusivo para sus protagonistas, sorprende que logre transmitir también una cierta crítica hacia el estado actual del poder político. Sin volverse sermoneadora ni detener su ritmo, lanza guiños al absurdo de la diplomacia espectáculo, a la fragilidad de las alianzas globales e incluso a la ridícula idea de que los conflictos internacionales pueden resolverse con carisma o con una patada bien dada.

Dicho esto, se puede decir que Jefes de Estado se siente como una sátira con músculo, una versión desenfadada del conflicto geopolítico, adornada con armas, sarcasmos y una coreografía de insultos entre dos líderes que podrían ser enemigos si no se vieran obligados a salvar el mundo juntos, siendo cine para pasar el rato de alto nivel y de esos que no cambiarán tu vida pero sí tu día.

Con respecto al guion, camina sobre una cuerda floja peligrosa ya que por un lado, tiene la estructura más clásica de una buddy movie de acción con todos sus tropos y lugares comunes, mientras que por otro, intenta agregar capas de sátira política, crítica a la diplomacia de espectáculo y una pizca de comentario social, en donde lo curioso es que sin alcanzar grandes profundidades, logra mantener el equilibrio.

A nivel de construcción se tiene que decir que el escrito no es sorprendente, esto es evidente porque nos presenta un conflicto, lo exacerba con una amenaza geopolítica, fuerza una alianza improbable entre dos rivales, los lleva al punto de quiebre y los hace madurar a la fuerza, ósea, es un formula que hemos visto antes que genera predictibilidad, sin embargo, lo que lo diferencia no es qué cuenta, sino cómo lo cuenta.

Luego, los diálogos están diseñados para explotar el contraste entre los personajes, por ejemplo, Will Derringer es impulsivo, visceral y Sam Clarke es metódico, rígido, gracias a ese aspecto, se llevan a cabo roces verbales con momentos de verdadero ingenio, provocando que la película lance ideas envueltas en sarcasmo con algunas líneas que llegan a ser pequeñas críticas al estado actual de la política global, al show mediático en el que se ha convertido el liderazgo moderno o incluso al culto a la imagen pública.

Además, hay una clara intención de jugar con la idea de que los líderes actuales ya no se miden por su capacidad de gobernar, sino por su habilidad para entretener porque el personaje de John Cena es una figura que representa al político viral, al presidente influencer, al showman elevado a mandatario y aunque el guion nunca lo analiza en profundidad, sí lo utiliza como base para una comedia que sabe golpear donde duele, aunque sea con una sonrisa.

Por otro lado, pese haber comentado ciertos errores del panfleto, se tiene que recalcar que no se salva de sus propias limitaciones ya que hay momentos en los que el humor se vuelve repetitivo o las situaciones parecen forzadas solo para justificar un set piece de acción más y los personajes secundarios, fuera del dúo principal, apenas tienen espacio para desarrollarse pero aun con eso, el texto logra mantener el tono, sostener el ritmo y darle a la historia una coherencia interna sólida.

En definitiva, Jefes de Estado no va a ganar premios por originalidad pero sí podría llevarse la medalla al entretenimiento más honesto del año ya que es una película que sabe exactamente lo que es y no intenta disfrazarse de nada más, así que, si buscas una dosis de adrenalina, sarcasmo y acción explosiva con actores que se están divirtiendo tanto como el público, entonces esta cinta vale cada minuto.

Es una comedia de acción que aunque llena de clichés, los abraza con tanto entusiasmo que resulta imposible no disfrutarla gracias a que es el tipo de largometraje que se ve con palomitas, risas y cero expectativas, y que termina superándolas justo por eso, porque nunca prometió ser más de lo que es y aun así, ofrece más de lo que uno espera.


 

 

 

Calificación: 7.5/10 

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