Superman (2025): El muy buen regreso del héroe que no busca salvar al mundo con fuerza, sino transformarlo con la fe de quien todavía cree en él

Superman (2025) es el regreso de un símbolo, una reconstrucción emocional del superhéroe por excelencia y sobre todo, un recordatorio urgente de por qué aún necesitamos historias que hablen de esperanza en un mundo consumido por el cinismo, no es una película que grite por atención a través del espectáculo, es una que habla claro, mira de frente y reafirma que los ideales no han pasado de moda, solo estaban esperando a ser contados con el corazón en el lugar correcto.

En un contexto donde el género de superhéroes en DC parecía haber caído en una rutina de fórmulas desgastadas, referencias automáticas y promesas vacías de universos compartidos, esta cinta se atreve a apostar por el clasicismo bien entendido, la integridad de sus personajes y una mirada luminosa que rehúye el exceso de oscuridad sin negar la complejidad del mundo que retrata, haciendo que el filme llegue como un oxígeno puro sin miedo a ser honesto, sin vergüenza de ser optimista y sin complejo alguno de volver a lo esencial.

James Gunn demuestra desde el primer fotograma que no busca reinventar al Hombre de Acero como si fuese una figura mitológica a la que hay que desarmar para hacerla relevante, al contrario, lo entiende tal como es, un ser de otro planeta pero también un reflejo de lo mejor que podríamos ser como especie si eligiéramos el bien por convicción y no por obligación. Aquí, el héroe es empático, no domina al mundo, lo acompaña, no busca imponer, sino inspirar para convertirlo en una brújula moral hacia el espectador.

La historia del largometraje a diferencia de los anteriores que hemos visto, no comienza con la caída de Krypton ni con la revelación de los poderes de Clark, aquí, Superman (David Corenswet) ya camina entre nosotros, vuela, trabaja como reportero, se preocupa por la gente común y combate el mal con la fuerza de un dios y el corazón de un granjero de Kansas pero su mayor batalla no es contra monstruos galácticos, es contra la incredulidad, la manipulación mediática y el miedo colectivo a lo que representa la esperanza pura.

Mientras Lex Luthor (Nicholas Hoult) ejecuta una guerra ideológica desde las entrañas del poder, sembrando desconfianza y resentimiento, Superman deberá demostrar que su misión no es imponerse, sino inspirar. ¿Cómo se defiende a un mundo que no quiere ser salvado? Esa es la verdadera pregunta que impulsa esta historia.

Sin duda alguna, la película es una corrección de rumbo emocional, ética y simbólica para un personaje que durante años parecía haber perdido su centro en medio del espectáculo grandilocuente y con base en ello, James Gunn comprende que el verdadero poder del El Hombre del Mañana no está en su fuerza, vuelos o invulnerabilidad, sino en su capacidad para seguir creyendo en la humanidad incluso cuando esta lo decepciona.

Lo que eleva a esta película por encima de muchas otras en su categoría es su convicción moral sin miedo a parecer ingenua porque mientras otras producciones buscaban complejidad a través de la oscuridad, esta abraza la luz con plena conciencia de lo que significa vivir en un mundo fragmentado, polarizado y temeroso, provocando que esta versión sea una invitación a imaginar una mejor versión de nosotros mismos a través de la mirada del último hijo de Krypton.

El guion es sin exagerar, el corazón palpitante de esta película ya que no es una excusa para las escenas de acción ni una simple guía estructural, sino una declaración ideológica, una tesis disfrazada de aventura y un acto de equilibrio entre nostalgia, actualización y sentido ético, en donde lo más admirable del libreto, es que rehúye de lo obvio sin caer en lo rebuscado, contando una historia sobre cómo Superman elige usar sus poderes y lidia con ser quien es en un mundo que no sabe qué hacer con el

El enfoque temático es nítido gracias a que Superman no lucha contra el mal en forma de alienígenas o tecnología bélica, lucha contra el cinismo, la indiferencia, el miedo a lo distinto y la arrogancia de quienes se creen dueños del mundo y eso, lo hace desde la empatía ya que hay un argumento recurrente entre la figura del héroe y la sociedad que lo rodea, poniendo en tensión varios conceptos como poder, verdad, pertenencia y sacrificio.

El escrito también explora la doble identidad de Clark Kent/Superman de una manera más introspectiva ya que Clark no finge ser humano, es humano y en esa contradicción al ser hijo de Krypton y de Kansas, no se resuelve, se habita. Es una constante que define cada decisión que toma, haciendo que James Gunn y su equipo entiendan que no hace falta elegir entre el dios y el hombre, ambos coexisten en él y esa coexistencia es su verdadero conflicto dramático.

Otro acierto que tiene este aspecto es la forma en la que se escriben los personajes secundarios ya que el Linterna Verde de Guy Garden, Hawkgirl, Mr Terrific y Metallo, no están allí como decorado ni como piezas para el universo compartido, tienen motivaciones, diálogos con peso y pequeñas tramas que enriquecen el contexto, provocando que sirvan como reflejos o contrastes al protagonista

Posteriormente, el humor, siempre presente en varias de las obras de James Gunn, se dosifica con inteligencia porque aquí no interrumpe la emoción ni se impone sobre el drama gracias a que surge de la personalidad de los personajes, de la situación y en más de una ocasión, funciona como alivio sin trivializar el conflicto, haciendo que esa parte en el filme se vea con naturalidad.

Por último, es importante destacar que el panfleto nunca pierde el norte ético, aun cuando se abre a temas contemporáneos como la manipulación mediática, la xenofobia o la crisis de identidad colectiva, lo hace sin rodeos puesto a que hay una comprensión profunda del personaje y de su función simbólica donde Superman no viene a imponer una verdad, sino a inspirar una búsqueda colectiva de lo mejor de nosotros mismos.

Con respecto a sus elementos cinematográficos, las secuencias de acción están muy bien ejecutadas y aunque no sean tan maravillosas como las que llevo a cabo Man Of Steel de Zack Snyder, lo realmente impactante en esta versión es lo que ocurre entre explosiones y vuelos, en las miradas que no necesitan efectos, las pausas que pesan más que cualquier golpe y los silencios donde el héroe se transforma, logrando que Superman se vea como un faro que brilla en medio del ruido y la cinta encuentra su alma porque aquí, Superman toca tierra y nos recuerda que el mayor poder está en conmover.

Luego, la dirección cinematográfica de James Gunn logra encontrar un equilibrio sorprendente entre el respeto al legado del personaje y la necesidad de reimaginarlo para una nueva generación ya que no hay que ser fan del cómic para conectar con esta historia, basta con haber sentido alguna vez que el mundo se vuelve demasiado ruidoso, cínico o indiferente y en medio de eso, la película propone que aún podemos encontrar y ser fuentes de esperanza.

A nivel técnico, la fotografía opta por una paleta luminosa, contrastando el azul intenso del traje con cielos despejados, interiores cálidos y una Metrópolis viva, colorida y estilizada, estando muy lejos de las atmósferas sombrías que definieron etapas anteriores del DCEU, en donde las pocas escenas en la casa de los padres de Clark en Smalville, tengan un tono más íntimo y nostálgico, casi de postal americana, mientras que los entornos futuristas como la Fortaleza de la Soledad, resalten por su pureza visual y simbólica.

La banda sonora, es una auténtica joya emocional, el tema principal se siente heroico pero profundamente humano y las pistas secundarias acompañan perfectamente la tensión, la calma, el romance y la tragedia sin jamás imponerse. Lo más destacado es cómo el score sabe cuándo hacerse a un lado para dejar que el silencio o una línea potente hablen por sí solos, en donde los ecos del tema principal de John Williams funcionan más como homenaje puntual que como ancla nostálgica.

El montaje mantiene un ritmo firme, fluido y con intención gracias a que hay espacio para respirar y que los momentos clave se saboreen sin prisa, sin caer en tiempos muertos, la edición equilibra bien el desarrollo emocional con las explosiones espectaculares, generando un pulso narrativo que nunca se siente artificial o forzado, logrando que el tercer acto se uno de los puntos más destacables de la cinta.

En cuanto a los efectos visuales y especiales, logran desplegar un show convincente sin saturar ni perder su identidad, por ejemplo, las secuencias de vuelo, los rayos de calor, las explosiones o transformaciones están trabajadas con detalle, sin embargo, es cierto que en algunos momentos puntuales los efectos pueden sentirse ligeramente inconsistentes o de textura poco natural, recordándonos un poco a la película de Flash pero aquí, nada es  catastrófico y nunca se rompe la inmersión emocional o narrativa que la película ofrece.

El diseño de personajes también refleja esta intención gracias a que Clark Kent es solo un hombre que elige la bondad como filosofía de vida y David Corenswet encarna eso con una calidez que traspasa la pantalla, el no interpreta a Superman como un salvador, sino como un testigo de la humanidad que lucha todos los días por ganarse su lugar en ella, haciendo que haya una luz contenida en sus gestos, silencios e incluso en sus dudas que lo hacen admirable y creíble.

Rachel Brosnahan, como Lois Lane además de hermosísima, es chispeante, aguda, valiente y emocionalmente disponible ya que no necesita ser rescatada ni convertida en una figura decorativa porque en el filme es el ancla terrenal de Superman y al mismo tiempo su espejo moral. La relación entre ambos aunque no se explora profundamente, se construye con romanticismo, complicidad intelectual y emocional, haciendo que literalmente, el poder y la palabra caminen a su lado.

Por su parte, Nicholas Hoult entrega un Lex Luthor inquietante por lo plausible ya que no es un lunático con delirios de grandeza, sino un magnate con un egocentrismo y una frialdad tan inflada que considera a Superman una amenaza solo por existir, provocando que el represente la incomodidad que provoca la virtud cuando no puede ser comprada, manipulada o corrompida y sea un villano que personifica a una sociedad que prefiere burlarse de la bondad antes que intentar alcanzarla.

En definitiva, Superman (2025) se erige como un faro resplandeciente en el vasto universo de historias de superhéroes porque reaviva al Hombre de Acero y lo humaniza hasta hacerlo tangible, cercano y necesario. James Gunn construye un himno al idealismo en tiempos de desencanto y un puente entre lo mítico y cotidiano que nos invita a recordar que la verdadera fuerza está en la capacidad de creer, amar y persistir contra viento y marea, haciendo que el filme sea un nuevo amanecer para el DCEU donde la épica se entrelaza con el alma y donde cada vuelo es un acto de fe hacia un mundo mejor.


 

 

 

Calificación: 9/10 

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