El
regreso de Jamie Foxx y Cameron Díaz a la gran pantalla debía ser un evento
digno de fanfarrias y una celebración del carisma desbordante de dos estrellas
que dominaron el género de acción y comedia en su mejor momento, sin embargo,
esta nueva producción de Netlifx termina siendo un eco apagado de lo que pudo
ser un rugido triunfal, ya que lo que prometía dinamismo, intriga y un humor
afilado como un cuchillo de espía, queda atrapado en una maraña de clichés y
decisiones que fallan en dar en el blanco.
Básicamente
la historia gira en torno a dos exagentes de la CIA que deciden dejar su
trabajo para construir un hogar y y formar una familia pero al final, todo se
sale de control cuando se dan cuenta que su identidad como espías retirados es
revelada, amenazando no solo su tranquilidad, sino también la seguridad de su
familia y debido a ello, deberán enfrentarse a viejos conocidos en el camino.
A
diferencia de misiones bien planeadas como Sr y Sra. Smith o Encuentro
Explosivo, la narrativa de esta cinta se despliega con la predictibilidad de un
rompecabezas cuyas piezas ya se han armado demasiadas veces, ya que lo que
podría haber sido una exploración intrigante del precio de la lealtad y el peso
del deber, se reduce a un desfile de situaciones prefabricadas donde cada giro
es tan obvio como un villano revelado al principio del segundo acto.
Foxx
y Díaz conservan una chispa palpable gracias a su química, la cual los hace
brillar e incluso cargar con el peso de la obra, sin embargo, un diálogo
insípido y lugares comunes sofocan cualquier posibilidad de verdadera magia, cada
intercambio verbal resuena como una contraseña reutilizada, más desgastada que
fresca y aunque los intentos de comedia tenga uno que otro chiste bueno, se
sienten tan forzados que producen más encogimientos de hombros que carcajadas.
Las
secuencias de acción aunque impecablemente diseñadas, son como fuegos
artificiales que estallan con fuerza pero se disipan sin dejar calor, ya que cada
golpe, giro y persecución es un despliegue coreográfico tan meticuloso que
deslumbra a los ojos pero no logra encender el alma, debido a que falta ese
rugido visceral que hace latir el corazón para convertir una simple batalla en
un recuerdo imborrable, además, para acabarla de amolar, la presencia de una
Coca Cola resulta ser la que se roba el show
Normalmente
en el mundo del espionaje, la música suele ser el pulso que marca el ritmo de
la tensión y la intriga pero aquí, el soundtrack carece de pegada y se siente
tan intrascendente que apenas deja rastro, evaporándose antes de que cualquier
nota tenga tiempo de asentarse, sin olvidar los efectos visuales y la fotografía
que toman el camino más seguro, ofreciendo una estética genérica que no destaca
ni decepciona, sino que simplemente existe
Luego,
algo imperdonable en esta obra es la subutilización de un elenco brillante con
nombres como Andrew Scott, Kyle Chandler y Glenn Close, a primera vista obervas
que con su destreza dramática podrían levantar la historia pero lastimosamente
se ven reducidos a meros decorados en el escenario, ya que en lugar de
desempeñar roles fundamentales, solo son utilizados como simples accesorios y
piezas de un tablero de ajedrez que nadie mueve, siendo así un tesoro escondido
en un rincón oscuro que jamás se deja ver.
En
conclusión, De Vuelta a la Acción es una misión fallida con mucho ruido, pocas
sorpresas y un escrito que nunca logra despegar, la obra apenas se sostiene
gracias al carisma de sus actores principales porque sin ellos, esto se hunde
en el océano, siendo solamente una opción ligera para pasar el rato que está
destinado a desaparecer de la memoria tan rápido como un agente encubierto
después de su último trabajo
Si
desean verla, se encuentra disponible en la plataforma de Netflix
Calificación:
6/10
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