El Hombre Lobo: Un aullido intenso con ecos vacíos

Cuando el cine se aventura en el terreno del terror psicológico, el riesgo es evidente al mantener la tensión sin sacrificar la profundidad y El Hombre Lobo, dirigida por Leigh Whannell, es una película que se enfrenta a este desafío con valentía, ofreciendo una experiencia que mezcla la ferocidad instintiva con un diseño cinematográfico refinado y aunque su narrativa tambalea en ciertos aspectos, esta obra deja un aire entretenido gracias a su enfoque visceral y sólido manejo de atmósfera.

Tras el éxito de El Hombre Invisible que nuevamente fue dirigido por Leigh Whanell, el cual por cierto, es un peliculón, Universal Pictures vio potencial en este cineasta y decidió darle la encomienda de hacerse cargo de este ser sobrenatural que ha sido llevado a la pantalla grande de diferentes maneras pero lo peculiar de todo esto, es que el filme ofrece una premisa original y sin estar basada en proyectos anteriores, marcando así un enfoque fresco dentro del género, aunque, la cinta protagonizada por Elizabeth Moss en 2020, es mil veces mejor que esta.

Desde el primer fotograma, la cinta envuelve al espectador en un bosque sombrío que no solo es escenario, sino también un personaje silencioso y con un guion que pone el peso de su trama en los instintos primarios junto a la lucha por sobrevivir, El Hombre Lobo encuentra su fortaleza en una dirección comprometida con el terror más psicológico y en un elenco que inyecta humanidad incluso en los momentos más oscuros, sin embargo, ¿logra esta bestia cinematográfica cumplir con todas sus promesas?

La obra se centra en Blake (Christopher Abbott), un padre de familia de San Francisco que tras la misteriosa desaparición de su padre, hereda la aislada casa donde creció en los bosques rurales de Oregón y en plena crisis matrimonial con su esposa Charlotte (Julia Garner), una mujer enérgica y resiliente, Blake la persuade para abandonar temporalmente la ciudad y visitar la propiedad junto con su hija Ginger.

Justo cuando se dirigen al lugar, el viaje familiar toma un giro inesperado cuando en medio de la noche, un ataque brutal de una criatura invisible los obliga a buscar refugio en la casa y a medida que la criatura acecha desde las sombras, Blake comienza a mostrar un comportamiento abstracto, llevando a su familia a cuestionarse sobre si el verdadero peligro está afuera o es el.

Sin duda es un filme que ruge con una intensidad palpable desde el inicio, envolviendo al espectador en una atmósfera de intriga y tensión psicológica gracias a Leigh Whannell, quien dirige con maestría para priorizar la construcción de un pánico mental que se aleja de los sustos fáciles, además, la violencia y el gore en este producto no son gratuitos; ya que cada escena de sangre es un golpe calculado que amplifica el impacto emocional y mantiene a la audiencia al borde del asiento.

No obstante, el guion se encuentra con algunos tropiezos. La historia, aunque efectiva en su simplicidad, carece de la profundidad necesaria para desarrollar a sus personajes más allá de su funcionalidad en la trama, haciendo que Blake y Charlotte se sientan como piezas en un tablero que como figuras tridimensionales, lo que debilita el conflicto central y limita el alcance emocional del filme.

Pero donde la narrativa falla, los elementos cinematográficos rescatan con creces. La fotografía, el cual es un poema sombrío, convierte el bosque en un personaje vivo, transmitiendo peligro y aislamiento con una autenticidad deslumbrante. Luego, el montaje, por su parte, maneja el suspenso con precisión quirúrgica, tensando y liberando la cuerda justo en el momento necesario en donde el diseño de producción, con su recreación detallada del entorno forestal, intensifica la sensación de amenaza constante.

Y por supuesto, sin olvidar las actuaciones de Christopher Abbott y Julia Garner, las cuales son otro punto destacable para esta producción, ya que ambos actores inyectan humanidad a sus personajes y evitan que la película caiga en una frialdad novelística. Garner brilla al transmitir tanto la vulnerabilidad como la fuerza de Charlotte, mientras que Abbott equilibra magistralmente el descenso de Blake hacia lo desconocido y a través de la metamorfosis

A pesar de sus errores, el largometraje consigue brillar en medio de su caos y si nos volvemos a centrar en su panfleto, el tercer acto, un desenlace vertiginoso y cargado de furia, eleva la película justo cuando más lo necesita, sacando la fuerza que la historia parecía perder y aunque los giros argumentales no rompen nuevos límites dentro del género, están tan bien ejecutados que mantienen la tensión al máximo, logrando que el espectador se quede enganchado hasta el último segundo.

En definitiva, El Hombre Lobo es imperfecta, entretiene porque es una bestia que asfixia con su atmósfera y golpea con su intensidad pero con un escrito que no alcanza el potencial que promete, se pierden puntos ya que la cinta, destaca más por su dirección, diseño visual y actuaciones sólidas que por la idea principal, al final ruge con fuerza y se queda afónico.


 

Calificación 7/10

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