
El
poder no siempre se impone con violencia ya que a veces se oculta en las
sombras, se viste con túnicas impecables y se mueve con el sigilo de un rezo
susurrado en la penumbra, dicho esto, Cónclave no es solo un thriller político bajo
un contexto religioso, sino una disección quirúrgica del lado más enigmático
del Vaticano en donde los hombres de fe son estrategas implacables y la
política se juega con la misma devoción que un acto de fe, aquí cada palabra es
una trampa, cada gesto esconde una intención y lo que está en juego no es solo
la elección de un nuevo Papa, es el alma misma de la Iglesia.
Desde
el primer minuto la cinta te encierra en una jaula dorada conformada por los
muros del Vaticano, el cual es el epicentro del poder espiritual pero también
un laberinto de intereses ocultos, secretos milenarios y batallas que jamás llegan
a la luz. Aquí cada palabra pesa como una sentencia, cada gesto es un
movimiento calculado y el aire mismo parece cargado de algo inconfesable, con
base en ello Roma te da la bienvenida a un duelo donde la fe y la política
caminan de la mano, donde la verdad es solo una versión bien contada y donde la
sotana puede ser tanto un símbolo de devoción como un disfraz de guerra.
La
historia del filme se centra de la siguiente forma. Tras la muerte repentina
del Sumo Pontífice y con el Vaticano sumido en un silencio expectante, los
cardenales más influyentes del mundo son convocados para uno de los rituales
más antiguos y secretos, ósea, el cónclave papal. Entre ellos se encuentra el
cardenal Lawrence (Ralph Fiennes), un hombre de principios inquebrantables que
sin buscarlo se convierte en el epicentro de una tormenta que sacudirá los
cimientos de la Iglesia.
Su
misión es clara, supervisar la votación que definirá al próximo Papa pero muy
pronto las reglas cambian, las lealtades se desdibujan y las verdaderas intenciones
comienzan a emerger, haciendo que lo que debería de ser como un proceso
espiritual, se transforma en una partida de ajedrez donde la fe es un discurso
y el poder el único objetivo real.
Mientras
los votos se reparten y los acuerdos en la sombra toman forma, Lawrence
tropieza con un secreto que no solo podría cambiar la elección, sino que
amenaza con destruir el Vaticano desde dentro y en un mundo donde la verdad es
un arma peligrosa y la traición es moneda corriente, el cardenal tendrá que
decidir si es un jugador más o la única pieza que aún sigue las reglas.
Honestamente
lo que hace que Cónclave sea tan absorbente no es su contexto religioso, sino
su impecable ejecución narrativa ya que aquí no hay persecuciones, ni
explosiones, ni escenas de acción frenética, lo que hay es algo mucho más letal
y esa es la inteligencia como herramienta de combate, aspecto que da origen a
la calidad brutal del largometraje
Cada
diálogo es una batalla donde las palabras se convierten en cuchillos y cada
pausa es un movimiento en un juego de estrategia donde perder significa
desaparecer en donde la tensión no proviene de lo que se dice, sino de lo que
se insinúa y cuando crees que entiendes las reglas del juego, la película da un
giro que cambia por completo el tablero.
El
guion sin duda alguna es un engranaje de precisión absoluta donde no hay una sola
línea de diálogo que sobre y ni un solo gesto que no tenga un significado
oculto. Todo es parte de un entramado donde la verdad es relativa y la única
certeza es que nadie es lo que parece, además de que tiene una sólida atmosfera,
ritmo y tono con un final totalmente imprescindible que merece aclamo universal
al ser un plot twist completamente fuera de nuestro alcance pero más allá de su
brillante panfleto, Cónclave es un espectáculo visual que convierte la austeridad
del Vaticano en un escenario de intriga pura.
La
dirección cinematográfica de Edward Berger juega con los espacios cerrados para
intensificar la sensación de claustrofobia, haciendo que los pasillos del
Vaticano se transformen en un laberinto de conspiraciones, las sombras parezcan
tener vida propia y la fotografía resalte con cada detalle como si fuera una
pista en un misterio sin resolver.
Pero
lo que realmente eleva la experiencia de esta producción es la banda sonora
porque lejos de recurrir a melodías grandilocuentes, la música se mueve como un
susurro constante, un eco ominoso que nunca permite que el espectador baje la
guardia, siendo así una presencia
invisible y un aliento en la nuca que recuerda que algo grande y peligroso está
a punto de suceder en pantalla.
Y
en el centro de todo está Ralph Fiennes, quien no interpreta a Lawrence, lo
habita, su actuación es una cátedra de contención y sutileza porque con un
simple cambio en la mirada puede transmitir más que un monólogo entero. Su
cardenal es un hombre atrapado entre el deber y la verdad, entre la fe y la
conciencia, entre el peso de la Iglesia y el suyo propio, haciendo que sea una
de las mejores interpretaciones de su carrera, de esas que deberían en la
memoria de los espectadores por varios años.
En
tiempos donde el cine de suspenso suele depender de grandes giros inesperados o
secuencias espectaculares, Cónclave demuestra que la verdadera tensión se
construye con miradas, silencios y la amenaza latente de lo que no se dice,
aquí no hay relleno ni hay distracciones ya que cada escena es una pieza clave
dentro de un puzzle que solo se revela por completo en el último acto, convirtiéndose
en el tipo de película que obliga al espectador a prestar atención, a leer
entre líneas y a descifrar las intenciones ocultas detrás de cada palabra.

En
definitiva, Cónclave es una experiencia cinematográfica que trasciende el
género eclesiástico al ser un thriller que demuestra que el poder real se oculta
en las sombras y que las decisiones más trascendentales se toman con silencios
calculados, siendo así un enfrentamiento donde los cuchillos son las palabras y
los secretos la pólvora que espera ser encendida, al final es una historia
donde la fe es tanto un refugio como una herramienta de control y donde la
pregunta real no es quién será el próximo Papa, sino cuánto está dispuesto a
perder para llegar ahí.
Así que si buscas una película que te haga contener la respiración, que te sumerja
en un juego de engaños donde la línea entre la moral y la ambición es
prácticamente inexistente, Cónclave es una obra que no solo tienes que ver, sino
que necesitas experimentar porque al final la fe puede ser eterna pero el poder
es efímero.
Conclave
para los premios Oscar del 2025, obtuvo ocho nominaciones, las cuales fueron por
mejor película, mejor actor, mejor actriz de reparto, mejor guion adaptado,
mejor banda sonora, mejor edición, mejor diseño de producción y mejor vestuario
(siendo el de mejor guion adaptado como el único galardón que se llevó a casa y
bien merecido).
Calificación: 9/10
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