Si
hay un juego que encarna a la perfección el concepto de estilo es Devil May Cry
4 ya que no es solo una entrega que elevó los estándares del hack and slash,
sino que es una de las obras más refinadas, espectaculares y subestimadas
dentro de la franquicia. Para muchos DMC3 es la cúspide de la serie, para otros
DMC5 es el punto más alto en términos de fluidez y diseño pero DMC4 tiene algo
que lo hace único, el cual es tener una mezcla perfecta entre estilo, libertad
y una sensación de dominio absoluto sobre el combate.
Desde
el primer instante la cuarta entrega de la saga se siente como una explosión de
carisma y energía, la introducción de Nero como protagonista no solo fue un riesgo
narrativo, también una apuesta jugable que redefinió el sistema de combate. Su
Devil Bringer transformó la manera en que enfrentamos a los enemigos, añadiendo
una capa de brutalidad y control que le dio un ritmo fresco y dinámico a la
acción.
Cada
golpe con su brazo demoníaco se siente como una declaración de poder, una
extensión de su personalidad impulsiva, agresiva y cuando creíamos que el juego
no podía volverse más espectacular, Dante entra en escena con su dominio
absoluto de los estilos de combate, permitiéndonos cambiar entre ellos en
tiempo real y llevando la personalización a un nivel nunca antes visto.
Además,
la atmósfera gótica con entornos majestuosos y un diseño artístico exquisito es
un deleite visual incluso hoy en día ya que cada escenario, desde la solemne
fortaleza de Fortuna hasta los sombríos parajes del bosque embrujado están
impregnados de una sensación de grandeza que complementa perfectamente el tono
del videojuego.
Si
hablamos de la historia, sin duda es un elemento donde el juego brilla más de
lo que muchos le reconocen. Nero, con su actitud desafiante y obsesión por
proteger a Kyrie, quien es la chica de la que él está enamorada, es el punto de
entrada ideal para explorar una faceta más emocional dentro de una saga que
suele inclinarse hacia la acción pura.
Luego
está la banda sonora, en donde DMC4 no solo nos dio algunos de los temas más
emblemáticos de la saga, sino que supo fusionar la agresividad del rock con
arreglos sinfónicos épicos que intensifican cada combate. The Time Has Come,
Shall Never Surrender y el inolvidable Lock and Load de Dante convierten cada
pelea en un en una coreografía de destrucción estilizada donde cada movimiento
es una declaración de superioridad sobre el enemigo.
Ahora,
por supuesto que no todo es perfecto ya que la repetición de escenarios en la
segunda mitad del juego y algunos problemas de ritmo siguen siendo puntos
altamente criticados por la comunidad gamer pero a pesar de ello, Devil May Cry
4 sigue destacando por su profundidad, energía y capacidad de hacer que cada
enfrentamiento se sienta como un duelo de habilidad y estilo.
Juegos
como este no se crean todos los días y Devil May Cry 4 no es solo una de las
mejores entregas de la saga, sino una obra de arte del género de acción que siempre
será la cúspide de lo que significa ser un Devil Hunter con clase, dicho esto,
en el siguiente artículo me gustaría profundizar en la jugabilidad y sistema de
combate, analizando por qué DMC4 ofrece una de las experiencias más dinámicas y
satisfactorias del género.
Nero y Dante: La
Dualidad de un Legado en Devil May Cry 4
Cuando
salió Devil May Cry 4, el juego de manera magistral equilibro a dos
protagonistas con estilos, personalidades y motivaciones completamente
opuestas. Mientras Nero representa la juventud, la rebeldía y la lucha por
proteger aquello que ama, Dante encarna la experiencia, la maestría y la
confianza de alguien que ya lo ha visto todo, ambos son dos caras de la misma
moneda y dos guerreros con un linaje marcado por la sangre demoníaca pero que
abordan su destino de maneras radicalmente distintas.
Desde
el primer momento Nero se establece como el contrapunto perfecto de Dante, ya
que es impulsivo, iracundo y emocional, un joven que no duda en desafiar a la
autoridad y que pelea con una intensidad visceral. Su Devil Bringer simboliza
su conexión con el poder demoníaco y también su rechazo a él porque al
principio lo ve como una maldición y algo que lo aparta del resto pero a lo
largo del juego aprende a aceptarlo y usarlo a su favor. Su estilo de combate
refleja esta agresividad, ataques potentes, agarres brutales y una movilidad
frenética que lo hacen sentir como un luchador que está en contra de su propia
naturaleza.
Dante,
en cambio, es la definición de la confianza absoluta, mientras Nero lucha con
cada golpe como si su vida dependiera de ello, Dante pelea con la seguridad de
quien ya ha vencido a enemigos peores. No solo domina múltiples estilos de
combate, sino que los cambia en tiempo real con una facilidad insultante ya que
para él, la batalla es un espectáculo y una oportunidad para demostrar que está
en otro nivel, además, su actitud relajada y su sentido del humor contrastan
con la seriedad de Nero, dándole al juego un cambio de tono refrescante cuando
tomamos el control de él.
Pero
la verdadera genialidad de esta dualidad no está solo en sus estilos de pelea,
sino en su relación porque Dante no ve en Nero a un enemigo, sino a alguien que
le recuerda a sí mismo en su juventud ya que conforme la premisa avanza, él lo
prueba, desafía y empuja al límite para ver hasta dónde puede llegar. Su
batalla no es solo un enfrentamiento entre dos cazadores de demonios, es un
test en el que Dante con cada esquive burlón y cada provocación busca
demostrarle a Nero que todavía tiene mucho que aprender.
Por
ejemplo, cuando Dante cede el Yamato a Nero, ahí se origina la verdadera
aprobación de que Dante no lo ve como enemigo ya que no es solo la entrega de
un arma legendaria, sino un símbolo de que ha reconocido su potencial y de que
ve en él a alguien digno de llevar el peso del legado de Sparda, siendo así un
gesto que dice más que cualquier diálogo porque Nero no necesita ser Dante ni
ser igual a Vergil, su camino es suyo y Dante se lo deja en claro con la
confianza de que el futuro está en buenas manos.
Al
final Devil May Cry 4 es un juego sobre la transición de poder entre
generaciones ya que Nero y Dante se complementan, mostrando dos visiones
diferentes de lo que significa ser un Devil Hunter, uno aún está encontrando su
camino mientras que el otro ya lo ha recorrido y juntos, crean una de las
dinámicas más fascinantes dentro de la saga.
Un coreografía de estilo
y precisión
Algo
que define a Devil May Cry 4 es su jugabilidad, la cual es rápida, precisa,
profunda y con un nivel de exigencia que recompensa a quienes buscan
perfeccionar su estilo. Capcom tomó todo lo que hizo brillar a la saga y lo
llevó a otro nivel ofreciendo un sistema de combate que además de espectacular,
permite una expresión total del jugador ya que aquí para obtener la victoria,
hay que hacerla con estilo.
La
gran novedad fue la introducción de Nero, mientras el hijo de Sparda se basa en
la versatilidad y la fluidez entre múltiples estilos, Nero apuesta por un
enfoque más contundente, por ejemplo, su Red Queen es una espada con un sistema
de ignición que si se usa correctamente permite encadenar combos con una
potencia devastadora.
Luego,
su Blue Rose, el cual es un revólver de doble cañón, añade una capa de daño a
distancia pero lo que realmente lo define es su Devil Bringer, ya que es una
extremidad demoniaca que le da un alcance brutal en combate, permitiéndole
atraer enemigos y ejecutar agarres espectaculares para enfrentarse en duelos
cuerpo a cuerpo donde al final, Nero domina con pura agresividad.
Por
otro lado, Dante sigue siendo el rey de la flexibilidad ya que su capacidad
para alternar entre los estilos de combate en tiempo real (Trickster,
Swordmaster, Gunslinger y Royal Guard) lo convierte en un personaje con un
techo de habilidad altísimo. Es un showman en el campo de batalla, capaz de
lanzar enemigos al aire, hacer malabares con sus pistolas, esquivar ataques con
una elegancia absurda y contraatacar con una precisión milimétrica.
El
diseño de los enemigos y jefes también complementa la jugabilidad porque cada
enemigo está pensado para desafiar distintos estilos, obligando al jugador a
experimentar y adaptarse. Los jefes por ejemplo son un espectáculo, desde el
colosal Berial hasta el infame Credo se siente como si este producto fuera
único y que exige un dominio total de las mecánicas y aunque el juego peca de
reutilizar escenarios y enfrentamientos en la segunda mitad, la posibilidad de
controlar a Dante en esos momentos compensa el reciclaje con una experiencia
completamente distinta.
Pero
lo que hace que el combate de Devil May Cry 4 sea tan adictivo es su sistema de
calificación de estilo, aquí no basta con derrotar enemigos, hay que hacerlo
con creatividad, sin repetir movimientos, sin recibir daño y encadenando combos
sin interrupciones, por ejemplo, alcanzar la calificación Smokin Sexy Style es
una declaración de maestría y una prueba de que has entendido el verdadero
espíritu del juego al bailar en el campo de batalla con precisión, brutalidad y
elegancia.
Sinceramente
Devil May Cry 4 no solo ofreció uno de los sistemas de combate más refinados
del género, sino que estableció un estándar difícil de superar gracias a su
jugabilidad, la cual es una sinfonía de acción y técnica que sigue siendo tan
satisfactoria.
Entre redención y
rebelión
Un
punto interesante sobre Devil May Cry es su enfoque en la acción desmedida, los
personajes con una actitud desafiante y un tono que oscila entre lo épico y lo
desenfadado, sin embargo, Devil May Cry 4 tomó una dirección distinta al
apostar por una historia más centrada en el conflicto interno de su
protagonista y en la lucha contra una amenaza que por primera vez no provenía
del infierno, sino de la corrupción humana.
La
llegada de Nero como personaje principal fue un movimiento arriesgado. ¿Cómo
desplazar a Dante, el rostro de la saga para darle el protagonismo a un joven
impulsivo y arrogante? La respuesta estaba en su premisa ya que desde el
inicio, Nero no es un cazador de demonios por gloria ni por venganza, sino por
un motivo más personal, el cual es proteger a Kyrie, la única persona que representa
estabilidad en su vida y de la que esta enamorado Su carácter impetuoso, su escepticismo
ante la Orden de la Espada y su rechazo a la autoridad lo convierten en un
protagonista que rompe con el molde tradicional de la serie.
La
narrativa de Devil May Cry 4 gira en torno a la hipocresía de la Orden de la
Espada, una secta que bajo el pretexto de exterminar demonios oculta sus
propios lazos con el mal que dicen combatir. Sanctus, su líder, es el epítome
del fanatismo religioso convertido en tiranía ya que su ambición de obtener el
poder de Sparda para moldear el mundo a su conveniencia es lo que pone en
marcha la trama, convirtiéndolo en un antagonista que aunque no es físicamente
imponente representa un peligro ideológico.
El
desarrollo de Nero es uno de los puntos más sólidos del juego porque a lo largo
de la historia pasa de ser un joven impulsivo a alguien que acepta su
naturaleza demoníaca, entendiendo que su poder no es una maldición, sino una
herramienta para luchar por lo que realmente le importa, además, su enfrentamiento
con Dante es un choque de filosofías ya que Nero lucha por lo que cree
correcto, mientras que Danta juega con él para ponerlo a prueba.
Aunque
en esta entrega Dante no es el protagonista principal, su rol es crucial ya que
actúa como un reflejo del jugador veterano, observando a Nero con una mezcla de
curiosidad, escepticismo y cuando finalmente le cede la responsabilidad de
acabar con Sanctus no es solo un gesto argumental: es la confirmación de que
Nero ha demostrado su valía.
El
clímax del juego con Nero enfrentándose a Sanctus y rescatando a Kyrie es un
cierre que encapsula el viaje del personaje porque ya no lucha solo por
instinto o rebeldía, sino con una convicción clara y aunque su relación con
Kyrie no es la más profunda, funciona como un ancla emocional para él, algo que
lo diferencia de Dante cuya vida está marcada por la soledad y la tragedia.
Si
bien la historia de Devil May Cry 4 no es la más compleja dentro de la saga
pero tiene un mérito indiscutible ya que le dio a la franquicia un nuevo protagonista
con identidad propia que expandió el universo de la serie con una trama que
aborda la corrupción humana y el caos demoníaco que estableció un nuevo ángulo sobre
el legado de Sparda.
El ritmo musical y
artístico que elevan la acción
Devil
May Cry 4 brilla con su jugabilidad y sistema de combate pero su banda sonora y
dirección artística son el alma que da vida a cada enfrentamiento, escenario y
momento clave. Capcom desde el inicio lo vistió con una identidad visual y
sonora que lo hace inolvidable ya que cada acorde, riff de guitarra y diseño de
escenario contribuyen a la inmersión, reforzando la sensación de que estamos en
un mundo donde lo gótico y moderno colisionan en una danza caótica y
estilizada.
La
banda sonora, compuesta por Tetsuya Shibata, Kento Hasegawa y Masayoshi Ishi es
un cóctel de rock industrial, electrónica y coros épicos que encapsulan
perfectamente la esencia de la saga. Desde el icónico "The Time Has
Come" que acompaña a Nero con su energía explosiva hasta "Shall Never
Surrender", el tema final que cierra el juego con una sensación de triunfo
y legado, son declaraciones de intenciones y una extensión del combate que
provoca que el juego sea un concierto de puro estilo.
Pero
donde Devil May Cry 4 realmente se luce es en su dirección artística ya que la
combinación de escenarios góticos con toques modernos crea un mundo que se
siente tanto místico como imponente. La fortaleza de la Orden de la Espada, la
ciudad de Fortuna con sus calles de piedra y catedrales majestuosas, los
bosques embrujados y los pasajes infernales tienen su propia identidad visual,
sumergiendo al jugador en un universo que mezcla lo sagrado con lo demoníaco.
Posteriormente,
el diseño de personajes es otro punto fuerte, Nero, con su abrigo rojo y azul
junto a su expresión desafiante y Devil Bringer, se siente como un protagonista
fresco que contrasta perfectamente con la figura icónica de Dante quien conserva
su look despreocupado y aura de invencibilidad. Luego, los enemigos y jefes no
solo son visualmente impresionante, sino que también comunica la personalidad y
la amenaza que representan.
En
conjunto, la banda sonora y la dirección artística de Devil May Cry 4 sirven
como un como elementos fundamentales que elevan la experiencia del juego, la
música convierte cada batalla en un espectáculo mientras que la estética crea
un mundo que se siente tan imponente como estilizado, al final Capcom entendió
que la acción se siente, escucha, ve y en DMC4 esa filosofía se ejecuta con
maestría.
Conclusión
En
definitiva, Devil May Cry 4 es un punto de referencia para los videojuegos de
acción, un juego que marcó una era y dejó una huella indeleble en la franquicia
ya que su legado no se limita a sus impresionantes combates ni a sus personajes
carismáticos, sino que reside en cómo logró redefinir lo que significaba jugar
un hack and slash de la manera más estilizada y técnica posible.
Desde
el primer momento nos ofreció una experiencia de juego que nunca dejó de
evolucionar donde cada combate se convirtió en una coreografía de pura
adrenalina. Nero y Dante como protagonistas nos mostraron dos caras de la misma
moneda, la juventud en su apogeo y la experiencia de quien ya ha visto el
infierno varias veces, además, sus estilos de combate tan distintos pero
complementarios no solo brindaron una jugabilidad variada, sino una historia
que nos conectó con el pasado y el futuro de la saga.
Al
final el legado de Devil May Cry 4 está en la nostalgia y en cómo logró
mantener viva la esencia de la saga mientras aportaba algo nuevo. Cada secuela
que vino después intentó igualar su nivel de estilo y complejidad pero pocos
han logrado capturar esa mezcla única de agresividad, elegancia y técnica que
DMC4 perfeccionó.
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