Desde
su irrupción en la escena con Eternal Blue (2021), Spiritbox dejó en claro que
no era una banda más dentro del rock y el metal, sino una fuerza en ascenso con
una identidad inconfundible ya que con su combinación de agresión desbordante,
atmósferas etéreas y una interpretación vocal que corta como una cuchilla, el
grupo canadiense rápidamente se consolidó como un fenómeno dentro del género.
Luego,
con los EPs Rotoscope y The Fear of Fear Spiritbox demostró que su sonido podía
seguir evolucionando y que estaban listos para algo mucho más ambicioso, el
cual llego precisamente este año con el lanzamiento de Tsunami Sea, su segundo
álbum de estudio que es un terremoto a escala de Richter lleno de emoción y
poder que no solo se ubica entre los mejores discos del año, sino que irrumpe
con una fuerza tan brutal que parece diseñado para volar bocinas y sacudir
almas.
Desde
el primer instante Tsunami Sea se siente como una obra envuelta en sombras con
una estética en blanco y negro que complementa a la perfección su sonido, es un
álbum gélido e inmenso pero con un núcleo en llamas ya que a lo largo de sus
canciones, Spiritbox encuentra el equilibrio perfecto entre el impacto visceral
y la belleza melancólica que va enfocándose hacia la brutalidad e
introspección.
El
tracklist es un despliegue de dinamismo y contrastes con temas que recorren un
espectro emocional y sonoro inmenso, de un lado tenemos a Fate Morgana, Black
Rainbow, Soft Spine, No Loss, No Love, A Haven With Two Faces y Ride The Wave,
las cuales son auténticas embestidas sónicas gracias a esas guitarras afinadas
al abismo, breakdowns colosales y una batería que retumba como el eco de un
trueno en la distancia, siendo así canciones que no piden permiso para entrar y
simplemente destruyen todo a su paso.
En
el otro extremo, Perfect Soul, Keep Sweet, Tsunami Sea, Crystal Roses y Deep
End funcionan como el respiro en medio de la tormenta pero sin perder impacto
ya que aquí, la banda se sumerge en terrenos más melódicos y atmosféricos,
creando paisajes sonoros hipnóticos que envuelven al oyente en una especie de
trance, siendo así piezas que muestran la versatilidad de Spiritbox y que lejos
de ser simples baladas, están impregnadas de una intensidad emocional que
atraviesa el pecho.
El
título del álbum no es casualidad porque Tsunami Sea encapsula perfectamente la
esencia del sonido de Spiritbox, el cual es una masa de agua que puede ser tranquila
y serena en un momento solo para convertirse en una fuerza destructiva al
siguiente. Este álbum es como una marejada impredecible al tener rolas que
fluyen entre la delicadeza y la devastación en cuestión de segundos.
Hay
momentos en los que el sonido se siente como una ola rompiendo con furia sobre
rocas afiladas, mientras que otros transportan a una calma engañosa como si
estuviéramos flotando en el vacío justo antes de que la tempestad vuelva a
arrastrarnos, volviéndose como un juego constante de tensión, liberación,
furia, sensibilidad, agresión y belleza.
Y
si algo hace que Tsunami Sea sea una obra maestra es la química perfecta entre
sus integrantes, las guitarras de Mike Stringer son un espectáculo en sí mismas
con afinaciones abismales que crean un muro de sonido imponente, haciendo que cada
riff, breakdown y pasaje instrumental este meticulosamente colocado para
generar una atmósfera envolvente, mientras que la base rítmica de bajo y
batería golpea con precisión quirúrgica que ayudan a complementarse a lo largo
de este viaje de casi 40 minutos.
Pero
al final el corazón de todo esto es Courtney LaPlante, quien en este álbum alcanza
un nuevo nivel como vocalista, su habilidad para alternar entre guturales
desgarradores y voces limpias angelicales es la clave de la identidad de
Spiritbox ya que no solo domina ambos registros con maestría, sino que los usa
con una expresividad brutal, dándole a cada canción un peso emocional
aplastante.
Si
en Eternal Blue ya había dejado huella con su capacidad para transmitir una
gama de emociones tan vasta como los propios instrumentales, aquí su evolución
es aún más evidente, por ejemplo, en los temas más agresivos su voz se
convierte en un arma de destrucción masiva y un grito visceral que perfora el
alma pero en los momentos más melódicos es pura vulnerabilidad al ofrecer un
tono casi espectral que hipnotiza al oyente.
Al
seguir hablando de este material, se puede decir que nació para ser escuchado
en bucle ya que uno de los grandes logros de Tsunami Sea es su capacidad para
atraparte desde el primer minuto y no soltarte porque no es un álbum que oyes
una vez y olvidas, es un trabajo diseñado para sumergirte en su mundo y
descubrir nuevas capas con cada escucha.
Los
contrastes dentro de cada canción hacen que la experiencia sea fresca e
impredecible ya que no es el típico disco de rock o metal que se apoya en la
agresión sin más, aquí, cada detalle está calculado para que la intensidad venga
del peso instrumental y también de la emoción pura que lo sostiene.
Las
canciones más pesadas como Fate Morgana y Black Rainbow te empujan al borde del
caos pero cuando llegan temas como Perfect Soul o Deep End te sientes transportado
a un estado casi onírico y cuando crees haber descifrado la estructura del
álbum, este te golpea con algo inesperado, cada canción tiene un propósito
dentro del álbum y cada transición entre ellas se siente como una corriente que
te lleva sin resistencia
En
términos de producción es simplemente impecable porque el sonido es nítido,
cada instrumento tiene su espacio y su mezcla permite que cada detalle brille
con la intensidad necesaria, en este aspecto no hay excesos ni artificios, solo
una banda que sabe exactamente cómo quiere sonar y lo ejecuta con precisión quirúrgica
que demuestra la evolución que han tenido como banda.
La
atención al detalle en la mezcla hace que cada capa instrumental tenga su
protagonismo, haciendo que las guitarras rugan con una potencia avasalladora
pero sin opacar el resto de los elementos, el bajo añade una profundidad brutal
que da peso a cada golpe de batería y la voz de Courtney como siempre, es el alma
de todo pero más allá de lo técnico lo que realmente hace que Tsunami Sea sea
impactante es la emoción cruda que transmite al ser un viaje personal que te
arrastra sin piedad.
En
defintiva, Tsunami Sea es una declaración de intenciones en donde Spiritbox no
solo ha superado las expectativas, sino que ha dejado claro que su techo aún
está lejos de alcanzarse y con esta obra cimentan su lugar en la cima del rock/metal
moderno para demostrar que lejos de ser una banda pasajera, son una tormenta
que apenas comienza a desplegar todo su poder.
No
importa cuántos años pasen, este álbum quedará marcado como un hito en la
historia del género. Un disco que no solo se escucha, sino que se siente en la
piel, en los huesos, en el alma. Tsunami Sea no es solo música: es una fuerza
imparable, un cataclismo sonoro que devora todo a su paso.
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