Devil May Cry (2025): El muy buen regreso del cazademonios que merecíamos

Hay leyendas que no mueren, que solo esperan su momento para volver más afiladas, más ruidosas, más espectaculares que nunca y eso precisamente es lo que ha hecho Devil May Cry en su regreso a la pantalla chica con su nueva serie de Netflix. Olvídense del fallido intento de 2007, de ese Dante sin alma que apenas era una sombra del antihéroe carismático que conocimos en los juegos porque ahora sí, ahora sí, Dante volvió con todo.

Esta nueva adaptación animada me voló la cabeza ya que desde los primeros segundos se siente ese “click” que te dice que estás ante algo especial, algo hecho con amor, con respeto por la saga y con una clara intención de no conformarse con lo mínimo. Esta serie no busca simplemente “adaptar” Devil May Cry, lo encarna y traduce al lenguaje del anime sin perder un gramo de su esencia porque es un festín para los fans y una puerta de entrada brutal para quienes nunca tocaron un mando en su vida.

La serie no teme mostrar a un Dante descarado, sarcástico y salvajemente hábil como debe ser, cada movimiento suyo grita estilo, cada escena de acción está coreografiada con una energía que parece sacada directamente del gameplay y cada diálogo suena con esa vibra irreverente tan propia del personaje y no hablemos de su relación con Vergil ya que en esta versión, por fin tenemos una exploración digna de ese vínculo trágico, intenso y lleno de conflicto que tanto nos marcó en los juegos.

Pero más allá del fanservice bien aplicado lo que más me atrapó fue que Devil May Cry (2025) se toma en serio su universo, aquí no cae en lo genérico ni en lo superficial, gracias a que tiene ritmo, garra, historia y lo mejor de todo, tiene alma, esa que tanto extrañamos en la versión del 2007 porque no basta con tener un Dante que se vea cool, aquí lo tenemos con trasfondo, emociones contenidas, heridas, con un propósito y sí, claro que se ve cool pero no es solo eso, es completo.

Y por si fuera poco la animación es una delicia gracias a que Studio Mir hizo magia en cada explosión, cada demonio y cada espada que en el aire, se ven increíbles y el detalle de abrir la serie con “Rollin’” de Limp Bizkit fue una declaración de intenciones ya que este Devil May Cry viene a romper reglas, a pegar duro y a gritarle al mundo que las adaptaciones de videojuegos sí pueden ser brutales cuando se hacen con pasión.

En el siguiente artículo me gustaría sumergirme de lleno en las entrañas del proyecto, quiénes están detrás de esta locura maravillosa, cómo lograron hacer que cada fotograma destile el alma de Devil May Cry y por qué esta vez por fin alguien entendió que adaptar no es copiar, es sentir porque lo que hicieron con esta serie, fue invocarla y yo estoy más que listo para contarles cómo este equipo logró lo que muchos creíamos imposible.

Entre espadas, demonios y pasión creativa: la producción detrás del regreso de Devil May Cry

Para que una serie funcione como esta no basta con tener nostalgia ni buenos recuerdos del juego, hay que tener visión, corazón y sobre todo respeto, respeto por lo que Devil May Cry representa para quienes crecimos junto a Dante, sudando cada combo perfecto, sintiendo cada golpe emocional entre hermanos y celebrando cada locura estilizada con una sonrisa torcida, por eso, lo que más me sorprendió y emocionó de esta nueva serie es cómo su equipo creativo logró hacer una historia original que se siente 100% canon.

Aunque la serie toma como base el universo y la estética de Devil May Cry 3 (sí, ese que marcó un antes y un después para la saga) no se limita a calcarlo, al contrario, construye sobre él, lo expande, le da giros y toma los cimientos del pasado pero atreviéndose a contar algo nuevo y eso, para mí, es un acierto absoluto porque no queremos ver lo mismo de siempre, queremos ver algo que se sienta fresco pero sin perder la esencia y eso es exactamente lo que hace esta serie.

Adi Shankar, el showrunner, productor y alma punk detrás del proyecto es alguien que claramente entiende de qué va Devil May Cry, ya lo había demostrado con Castlevania y ahora lo reafirma con esta joya animada. Su toque está por todos lados, en el ritmo narrativo, en los guiños y en los momentos donde la acción y el drama se dan la mano con total naturalidad, aquí no hay miedo en su dirección, hay hambre de hacer algo grande.

Y qué decir del estudio de animación (Studio Mir) que la rompió, visualmente la serie es un espectáculo ya que la animación no solo es fluida y brutalmente estilizada, sino que logra capturar ese caos coreografiado que tanto define al gameplay de los juegos. Las escenas de pelea parecen salidas de un Devil Arm lanzado directo al corazón porque hay sangre, velocidad y movimiento pero también pausa cuando se necesita ya que saben exactamente cuándo acelerar y dejarte respirar.

Ahora, hablemos de las voces porque wow, en inglés, el regreso de Reuben Langdon como Dante es como una copa de vino demoníaco que es intenso, sarcástico, con cuerpo y sabor clásico pero para quienes vimos la serie en japonés, el trabajo de Hiroaki Hirata es una maravilla aparte porque no es fácil capturar la dualidad de Dante, el tipo puede hacer un chiste en medio de una masacre y al mismo tiempo cargar con un dolor que nunca termina pero Hirata lo hace con una naturalidad que sorprende gracias a que tiene ese tono burlón y sabe cuándo bajar la voz y dejar que hable el trasfondo emocional.

En ambos idiomas Dante brilla y en conjunto se nota que esta no es una adaptación hecha a la carrera ni un proyecto reciclado, es una obra pensada con precisión, desde su estructura hasta su casting se dieron el tiempo de entender qué hace único a este universo y lo tradujeron en una historia que funciona por sí sola, sin necesidad de que hayas jugado todos los títulos pero que también recompensa a quienes sí lo hemos hecho.

¿Cuál es lo mejor de este anime? Que esta fidelidad no se siente forzada ni es un fanservice vacío, es una construcción honesta que respeta a los personajes, al tono y al espíritu original, es Devil May Cry pero contado con una nueva voz y esa voz suena fuerte, clara y muy muy badass.

Un infierno con estilo: demonios, traumas y una historia que sí tiene alma

Uno pensaría que con tanto combo, explosión y frase sarcástica Devil May Cry no necesita una historia sólida para funcionar pero cuando se cuenta bien, cuando se escribe desde las entrañas, la narrativa se convierte en otro demonio que también se puede dominar y eso es justo lo que logra esta serie, ofrecer una historia original que sin despegarse del espíritu de los juegos, nos mete de lleno en un conflicto que no solo es épico, sino que importa.

Esta vez Dante no solo es el cazador de demonios que todos amamos por su actitud despreocupada y su maestría con la espada, es también un hombre que se enfrenta sin decirlo directamente a las consecuencias de su pasado y cuando aparece una amenaza que parece más simbólica que real, ósea, la de un demonio conocido como el Conejo Blanco que planea invadir la Tierra, las cosas se salen de control en todos los sentidos correctos.

¿Quién es este nuevo villano? ¿Qué representa realmente? ¿Por qué la serie lo construye como un enemigo tan enigmático como letal? Parte del encanto está ahí ya que no se nos da todo de golpe. La narrativa se toma su tiempo para dejar que las piezas encajen, para que cada giro tenga peso, para que los misterios no sean sólo adornos, sino mecanismos que mueven la historia y cuando finalmente la violencia estalla, todo cobra sentido.

Un dato fascinante es que Netflix nos da una versión joven de Dante, la cual nos permite explorar una etapa que muchas veces queda opacada por su leyenda. Aquí no vemos al cazador invencible y sarcástico de siempre, sino a alguien que aún está definiendo quién es en un mundo donde su existencia es un dilema constante y la serie profundiza en sus orígenes, en ese fuego cruzado entre su humanidad y su linaje demoníaco sin convertirlo en un cliché de “elegido torturado”.

Luego, el anime es un viaje introspectivo disfrazado de masacre estilizada porque sí, puede pelear como un dios pero por dentro aún carga las preguntas de un chico que perdió todo demasiado pronto. Esa tensión entre lo que es, lo que fue y lo que teme llegar a ser es uno de los ejes narrativos más ricos de la serie y se nota en sus silencios, su mirada y en esas decisiones que no grita pero que duelen ya que Dante esta vez no solo lucha contra demonios, lucha contra sí mismo.

Pero el alma de este relato no está solo en los enemigos, también está en los vínculos, la introducción de Mary Lady Arkham, quien es una soldado con pasado turbio, intenciones claras y una presencia poderosa que obviamente ha salido en los juegos de la franquicia, agrega una dinámica fascinante porque no solo es contraparte de Dante, es un desafío emocional ya que ella llega para moverle el suelo y ponerlo contra las cuerdas de una manera distinta por medio de la verdad, haciendo que su relación sea tensa y shippera.

Además, la estructura narrativa se siente medida, pensada y con un ritmo que no decae ya que hay espacio para el misterio, la introspección y por supuesto, para las secuencias de acción que te hacen querer poner pausa solo para verlas otra vez pero más allá de eso, lo que me dejó sorprendido es que esta historia se siente necesaria, no es un pretexto para vender el nombre de Devil May Cry, sino una historia con identidad propia, peso, construcción y lo mejor de todo, con alma.

No es fácil tomar una franquicia que vive en la adrenalina y meterle un argumento que sostenga emociones y desarrollo pero esta serie lo hace con estilo porque sí, esta vez Devil May Cry no solo se ve y suena increíble, también cuenta algo que vale la pena seguir, algo que no se siente reciclado ni predecible y eso, amigos, es lo que separa a una buena adaptación de una verdadera reinvención.

Estética infernal y riffs del apocalipsis: el estilo visual y musical que lo cambia todo

Si algo tiene Devil May Cry (2025) es actitud y no hablo solo de Dante apuntando con su clásica dualidad de pistolas o soltando frases filosas como sus espadas, hablo de un estilo que se siente como una explosión estética cuidadosamente orquestada y una sinfonía visual infernal donde cada fotograma está tan medido como salvaje porque la animación está brutal.

El diseño de personajes es una delicia, es afilado, expresivo y visceral, Dante luce joven, rebelde, como salido directamente del infierno con el cabello perfecto, la sonrisa desafiante y un aura que mezcla melancolía y caos. El contraste entre luces saturadas y sombras densas logra esa atmósfera entre gótica y urbana que tanto necesitaba esta franquicia para brillar como merece y lo mejor de todo es que los combates son coreografías infernales, pintadas con sangre, fuego y estilo.

Cada movimiento, corte y explosión se siente con peso pero sin perder esa fluidez que hace que ver a Dante pelear sea como ver una danza de destrucción. Es violento pero elegante, es bestial pero hermoso y eso no es casualidad, Studio Mir se lució pero si la animación es el filo, la música es el alma y vaya alma tiene. El soundtrack no solo acompaña, sacude porque este anime vino a rugir con fuerza de estadio y olor a sudor noventero. ¿Lo mejor? Nos regalan joyas que ya por sí solas valen el hype.

Rollin de Limp Bizkit marca el inicio con una patada en la cara, Guerrilla Radio de Rage Against The Machine hace que cualquier escena de batalla te erice la piel como si te estuvieras preparando para una revolución infernal, Last Resort de Papa Roach suena justo donde debe sonar, canalizando la adrenalina del momento de forma catártica pero el golpe emocional lo da Afterlife de Evanescence, un single completamente nuevo con una potencia emocional que te revienta el pecho al ser gótico, intenso y  melódico pero cuando llega American Idiot de Green Day, sin duda se vuelve todo un himno de caos adolescente.

Al final el anime no solo se ve increíble, se escucha como una época de videojuegos, rebeldía, bandas de garage y noches sin dormir, siendo ahí donde gana gracias a que entiende que Devil May Cry es una actitud, un ritmo, un lenguaje visual y sonoro que grita “yo soy el cazador y este es mi maldito infierno”.

Velocidad infernal: el ritmo y la duración que hacen explotar la pantalla

El ritmo de Devil May Cry es un golpe directo al pecho porque desde el primer episodio arranca sin miramientos, empujándote a un viaje frenético donde cada segundo cuenta ya que no hay tiempo para descansos innecesarios ni para contemplaciones. Aqui Dante aparece y BAM, todo se pone en marcha, es como si la serie decidiera que no te va a dar tregua, que aquí no se viene a perder el tiempo y cada capitulo está tan cargado de acción, tensión y giros inesperados que el tiempo se estira y comprime a su antojo.

A lo largo de sus episodios Devil May Cry logra ese equilibrio perfecto entre momentos de explosiva acción y pausas justas para desarrollar la narrativa y los personajes. No hay huecos vacíos porque cada instante se siente como una explosión de adrenalina pero sin caer en la sobrecarga. La duración de cada episodio (30 minutos) es justa para mantenerte pegado a la pantalla sin que el contenido se vuelva redundante ya que este es un anime que sabe cuándo acelerar y cuándo frenar, creando una montaña rusa emocional y física.

Lo mejor de todo es que aunque los episodios corren a la velocidad de la luz nunca se sienten vacíos, la duración de la serie es ideal, con episodios que entregan justo lo necesario para que cada giro, enfrentamiento y revelación caigan como bombas. Lo que podría haber sido una sobrecarga de acción se convierte en una experiencia épica, en la que el ritmo te arrastra sin que te des cuenta ya que cuando te das cuenta, ya estás esperando el siguiente episodio con los latidos a mil y el corazón en la garganta.

Al final Devil May Cry entiende que lo que importa no es la duración, sino la densidad de lo que estás viendo, no necesita alargar su historia innecesariamente ni insertar momentos de relleno que solo desaceleren el flujo de la narrativa. Cada episodio es como un combo bien ejecutado, con golpes que se sienten pesados pero necesarios y cada descanso entre batalla y batalla tiene la suficiente carga emocional como para que valga la pena..

Conclusión

En definitiva, Devil May Cry (2025) es una de esos animes que llegan con la fuerza de una tormenta, arrastrándote con cada episodio y dejando una huella que no puedes ignorar. Es una carta de amor a los fans, a los gamers y a todos aquellos que crecieron con la saga, en donde la animación es de otro nivel, la música es la banda sonora de una revolución y los personajes tienen la profundidad suficiente para hacerte sentir cada golpe y decisión, haciendo que todo este envuelto en un ritmo imparable que te mantiene pegado a la pantalla y sin duda, esta es la adaptación que Devil May Cry siempre mereció.

Sin embargo, como en cualquier obra ambiciosa, hay pequeños detalles que podrían haber sido mejor trabajados, por ejemplo, un aspecto que no puede pasarase por alto es la ligera americanización del guion, especialmente en lo que respecta a ciertos tintes políticos que aparecen de manera un tanto forzada. No me malinterpreten, no es que lo que se explore sea completamente negativo o destructivo para la historia pero en ocasiones se siente como si el guion intentara ser más "occidental" de lo que la saga necesitaba ya que a veces, los elementos que funcionan en el contexto del anime parecen estar un poco fuera de lugar al introducir ciertos temas que no suman mucho a la atmósfera general.

A pesar de este pequeño tropiezo, Devil May Cry es un anime brutal que hace justicia a la saga y resucita con éxito el espíritu del videojuego, es una serie llena de alma, acción y una narrativa que, aunque con algunos matices, te mantiene enganchado de principio a fin, además, la sensación de "¿y ahora qué?" al final de la temporada es inevitable ya que ese cliffhanger que deja la puerta abierta para el regreso de Vergil es el tipo de material que pide a gritos una segunda temporada y no puede ser ignorado.

No solo los fans antiguos de la saga, sino todos los que busquen acción de calidad, un buen trasfondo de personajes y una atmósfera cargada de emoción, deben darle una oportunidad, esta es solo la primera temporada pero tengo en claro que Devil May Cry aún tiene mucho que ofrecer porque ya no es una cuestión de si veremos una segunda temporada, sino de cuándo la veremos.

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