Drop: Amenaza Anónima - El verdadero terror que se esconde detrás de las notificaciones

La industria del cine está llena de segundas oportunidades y si hay alguien que sabe bien lo que es buscar aire fresco tras el colapso de un proyecto es Christopher Landon, quien después de haber vivido la tormenta de escándalos y polémicas durante la producción de Scream VII que el mismo iba a dirigir, decide volver a sus raíces, ósea, al cine sencillo pero efectivo en donde las tramas no necesitan ser grandilocuentes para ser poderosas y al arte de tensar la cuerda sin necesidad de gritar con el apoyo de Universal Pictures.

Para este producto, Landon entiende que el verdadero terror no siempre proviene de criaturas sobrenaturales o asesinos enmascarados, sino de lo cotidiano, de lo que parece inofensivo a simple vista porque en un mundo donde la confianza se construye con perfiles filtrados y conversaciones a través de pantallas, basta un solo desliz para que la línea entre lo romántico y lo siniestro desaparezca y es en ese terreno tan real como perturbador donde el director se siente más cómodo para sembrar la duda y la paranoia.

Y Drop: Amenaza Anónima es justo eso, una propuesta directa sin pretensiones que se convierte en una especie de recordatorio inquietante sobre lo peligrosamente frágiles que se han vuelto las relaciones humanas en la era de la tecnología y sobre cómo las apps de citas pueden transformarse en segundos en una pesadilla sin salida.

La premisa se centra en Violet Gates (Meghann Fahy), una psicóloga que tras perder a su esposo, la maternidad y el duelo han consumido sus días y como muchas personas, ha postergado su propia felicidad por el bienestar de quienes ama pero finalmente se atreve a romper esa rutina cuando acepta una cita con Henry Campbell, un fotógrafo de prensa que parece encarnar todo aquello que la vida le arrebató, osea, encanto, carisma y atención.

La noche comienza de forma idílica, casi como sacada de una aplicación de citas soñada pero la burbuja estalla en cuanto su teléfono vibra y lo que recibe no es un mensaje de cortesía ni un meme inofensivo, sino una amenaza directa y aterradora donde alguien al otro lado de la pantalla, conoce todos sus movimientos y ha puesto la vida de su hijo y hermana en sus manos, haciendo que la cita perfecta se convierta en una carrera psicológica contra el tiempo en donde debe de hacer todo lo posible para salvar a su familia y a ella.

Lo fascinante de Drop: Amenaza Anónima es que a pesar de su envoltorio modesto y su duración de apenas 90 minutos, logra convertir un argumento relativamente simple en un ejercicio de tensión constante. Aquí no hay artificios ni complicaciones ya que la historia sabe exactamente qué quiere contar y lo hace con precisión quirúrgica, llevando al espectador por un camino de sospechas, giros y confrontaciones que consiguen mantener el suspenso vivo hasta el último tramo.

Y es que la película más allá de su trama, encuentra fuerza en su trasfondo temático, no es casualidad que Landon haya elegido las aplicaciones de citas y la violencia doméstica como pilares narrativos ya que ambos conceptos tan cotidianos como perturbadores, funcionan como un espejo de la vulnerabilidad emocional en la que viven muchas personas hoy en día porque las apps nos venden la ilusión de una conexión real pero pocas veces se habla del peligro que existe cuando confiamos a ciegas en quien apenas conocemos.

La dirección de Christopher Landon es clave para que esto funcione porque lejos de saturar la pantalla con trucos baratos o sustos forzados, su apuesta es más sobria y calculada al construir atmósferas densas y sutiles que poco a poco invaden la comodidad del espectador. Hay algo realmente interesante en su forma de manejar el espacio ya que cada lugar en la película, ya sea el restaurante, el coche o un simple baño, parece empequeñecerse como si las paredes se cerraran a medida que crece la amenaza.

A todo esto, hay que sumarle un guion que si bien no es perfecto, es eficiente gracias a los diálogos que están cargados de subtexto, en donde cada frase es una invitación a la sospecha y cada silencio es una alerta, además, el escrito no recurre a lo predecible, sino que juega con las expectativas, obligando al espectador a desconfiar de todo y de todos que rodean a una Violet llena de ansiedad y pánico.

Es cierto que hay momentos donde la historia coquetea con lo ridículo, en especial hacia el clímax donde la lógica parece sacrificarse en nombre de la espectacularidad, el final, sin caer en el spoiler, abraza una resolución que se siente un poco más fantasiosa de lo que la trama pedía pero al final, el filme termina entendiendo el tono general de la película para que el resultado no sea tan grave como para arruinar la experiencia.

Con base en el apartado técnico, la fotografía merece un aplauso porque logra transmitir la sensación de encierro emocional que vive la protagonista, mientras el diseño de producción mantiene esa dualidad entre lo cotidiano y lo inquietante, algo que pocas veces se ve tan bien trabajado en películas de este tipo, en donde el montaje es preciso y sobre todo, respetuoso con el espectador ya que cada secuencia ocupa el tiempo justo para maximizar su impacto emocional y narrativo.

Y por supuesto, nada de esto funcionaría sin la actuación central de Meghann Fahy, quien se entrega por completo a su personaje gracias a que su interpretación es el pegamento que mantiene todo unido, Fahy construye a Violet desde la honestidad, mostrándonos no a una mujer que se enfrenta a sus propios miedos y heridas en tiempo real donde la evolución emocional que logra a lo largo del metraje es creíble y conmovedora, haciendo que el espectador empatice con cada una de sus decisiones por más desesperadas que sean.

En definitiva, Drop: Amenaza Anónima se presenta con honestidad como lo que es, un entretenimiento bien pensado con buen pulso narrativo y que dentro de su aparente simpleza, logra tensar tus nervios y dejarte con el sabor de un buen thriller psicológico, no pretende reinventar el thriller ni revolucionar el género pero es precisamente en su concepto donde encuentra su valor. 

No es una obra maestra ni busca serlo pero en tiempos donde el cine comercial suele caer en productos reciclados y predecibles, se agradece que aún existan propuestas que sepan aprovechar su premisa sin estirarla más de la cuenta y que entiendan que a veces no se necesita un gran presupuesto ni efectos deslumbrantes para ofrecer una experiencia inquietante y entretenida.

Al final Christopher Landon ha demostrado que el cine de género todavía tiene espacio para historias sencillas pero bien contadas y Drop: Amenaza Anónima es la prueba viviente de que a veces la amenaza más grande no viene en forma de monstruos o fantasmas, sino en un simple mensaje de texto. 




Calificación: 7.5/10

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