¿Qué
pasa cuando el silencio se convierte en un misterio? ¿Cuándo el pensamiento
deja de ser privado y el mundo entero se convierte en un eco incesante de lo
que somos en lo más profundo?
Patrick
Ness responde con una novela que no solo desgarra el alma, sino que grita con
fuerza entre el marasmo de títulos que pueblan la literatura juvenil. El
cuchillo en la mano es un disparo al corazón de lo que creemos entender por
“venir de edad”, una oda al pensamiento libre y un recordatorio brutal de que
el conocimiento a veces también puede doler.
La
historia se centra en Todd Hewitt, un muchacho que está a solo un mes de
cumplir los trece años en un lugar llamado Prentisstown, lo cual significa que
se convertirá en hombre o eso le han dicho porque en este pueblo perdido del
Nuevo Mundo no existen las mujeres, todas murieron cuando el “germen del ruido”
llegó con los colonos. Desde entonces, todos los hombres pueden oír los
pensamientos de los demás y no hay manera de apagarlos, el silencio ya no
existe, solo hay un zumbido constante, confuso, doloroso donde cada emoción,
miedo o deseo queda desnudo frente a todos.
Pero
Todd comienza a notar que hay algo que no encaja, algo que el pueblo oculta tras
ese constante ruido mental, un vacío, un agujero en la historia y ese hueco se
agranda cuando encuentra algo que no debería existir, una chica, una criatura
silenciosa, real y viva llamada Viola. ¿Cómo es posible que haya sobrevivido?
¿Por qué no emite Ruido? ¿Qué secretos guarda ella? ¿Y qué tanto le han mentido
a Todd desde que nació?
De
esa manera es como comienza una huida frenética, violenta y emocionalmente
devastadora. Acompañado solo por su fiel perro Manchee, cuya voz sencilla y
honesta es una de las más puras que se leen en la novela, Todd se lanza al
exterior de un mundo que no conoce, en busca de la verdad, de sí mismo y cada
paso que da lo aleja más de la inocencia que creía tener.
Hay
libros que cuentan una historia y otros que se meten bajo la piel, que se
vuelven parte de uno como una herida que arde cuando piensas demasiado en ella.
El cuchillo en la mano: es una experiencia emocional, brutal, impredecible, es
un recorrido por los rincones más oscuros de la humanidad contado con una
narrativa que escupe, tropieza, grita y respira.
Patrick
Ness no te lleva de la mano te prepara ni te suaviza el camino ya que desde la
primera página te lanza al caos mental de Todd Hewitt, un niño que está
aprendiendo que crecer no es una ceremonia, sino una ruptura. Una lenta
demolición de todo lo que pensabas que sabías hasta quedarte solo con lo que
verdaderamente eres, sin adornos, sin filtros y sin excusas.
El
estilo narrativo es un riesgo y una genialidad ya que Todd piensa como un niño
que ha crecido sin educación formal, en un ambiente opresivo, hostil y eso se
refleja en la forma en que el libro está escrito. Las palabras mal
ortografiadas, las frases rotas, las ideas incompletas no son errores, son un espejo,
un reflejo directo de su mente, de su rabia, de su ignorancia y de su
evolución.
Leer
El cuchillo en la mano es como entrar a una conversación interna sin permiso y
una cacofonía de pensamientos desordenados, emociones al borde y sospechas que
duelen más que las certezas pero en medio de todo ese ruido hay belleza, poesía
y verdad porque lo que hace Ness es mostrar el proceso real de aprender a
pensar por uno mismo, de romper con lo que te han enseñado para comenzar a construir
tu propio criterio y en una novela juvenil, es oro puro.
La
historia no se detiene, corre, huye y se tambalea ya que hay una tensión
constante que no se suelta en ningún momento. La persecución es física, mental,
emocional y ética. ¿En quién puedes confiar cuando todos escuchan tus
pensamientos? ¿Cómo se construye una relación en medio del ruido? ¿Cómo se ama,
cómo se elige, cómo se mata cuando no hay silencio para pensar?
Todd
no es un protagonista heroico y eso es lo que lo hace inolvidable porque se
equivoca, llora, miente, duda, tiene miedo pero lo enfrentas con él, lo
entiendes y lo perdonas porque sabes que no hay forma “correcta” de crecer
cuando todo lo que has conocido es una mentira y luego está Viola, quien es el
silencio, la disonancia, la pausa entre gritos, no habla mucho al principio
pero cada gesto y reacción suya es un susurro en medio de una tormenta, es lo
desconocido que no da miedo, sino esperanza y esa es la pregunta que Todd
necesita hacerse para empezar a cambiar, “¿Y si todo esto está mal?”
Y
mientras tanto, Manchee, quien es el alma peluda de la novela, es alguien del
cual no se puede olvidar en El cuchillo en la mano porque el no es un recurso
cómico ni un animal bonito, es conciencia, ternura y lealtad pura en su forma
más simple y cuando llega su momento no solo rompe el corazón, lo despedaza
porque es una de las escenas más desgarradoras que he leído en mi vida al ser
honesta y es el tipo de pérdida que marca el fin de la niñez.
Todo
eso es lo que logra Ness con este libro, mostrarte cómo una historia puede
hablarte del amor, muerte, poder, violencia, identidad, masculinidad, miedo y la pérdida sin
necesidad de predicar gracias a que todo está ahí, escondido entre el ruido y esperando
que lo escuches.
El
antagonismo en este libro tampoco se limita a un solo villano ya que no es tan
simple, aquí los enemigos son ideologías, fanatismos, hombres rotos por la
frustración, sociedades levantadas sobre mentiras y la incapacidad de aceptar
lo que es diferente. Es una crítica feroz a los discursos de poder que
justifican el abuso, al machismo como estructura de control, a la manipulación
de masas y al silenciamiento sistemático de las mujeres.
Pero
más allá de eso, El cuchillo en la mano es una reflexión bellísima y dolorosa
sobre el peso de las decisiones, sobre cómo cada paso que damos incluso
huyendo, define quiénes somos sobre cómo el verdadero acto de madurez no es
cumplir años, sino cuestionar lo que te enseñaron a aceptar como
incuestionable.
Este
libro debería ser referencia obligada cuando se habla de distopías juveniles y
no lo es, ¿Por qué? Porque no se adapta al molde, porque incomoda, porque exige
más del lector, porque no da respuestas fáciles ni finales complacientes, porque
su violencia no está romantizada y su mensaje no está edulcorado porque es
valiente.
En
un mercado saturado de sagas que parecen hechas con el mismo molde, El cuchillo
en la mano se atreve a hablar de la desinformación, del fanatismo, del autoritarismo,
del silencio como poder y de la pérdida de la inocencia como algo
irrecuperable, además no es una historia de “elegidos”, no es un romance con
triángulos forzados, no es una rebelión juvenil cliché, es algo mucho más
honesto, crudo y humano.
En
definitiva, El cuchillo en la mano es un grito envuelto en tinta, una carrera
contra el tiempo, una lucha interna entre lo que nos dicen que debemos ser y lo
que en el fondo realmente somos. Patrick Ness no escribe para complacerte,
escribe para sacudirte, para romperte y armarte de nuevo con piezas distintas
gracias a que es de esos libros que no terminas, sino que te terminan a ti.
Infravalorado
esta pero no por falta de calidad, sino porque no todos están listos para
enfrentarse a una historia tan cruda, visceral, honesta y porque El cuchillo en
la mano no busca gustarte, busca que lo sientas y si te permites escucharlo entre
el ruido del mundo y el tuyo propio, quizás descubras que al igual que Todd, tú
también estás aprendiendo a pensar por ti mismo y no hay viaje más poderoso que
ese.
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