Encerrado: El infierno de acero donde el castigo toma las riendas

Encerrado es de esas películas que sin pretender reinventar el género ni proclamarse revolucionaria, logran atraer la atención gracias a una combinación bien medida entre premisa inquietante, tensión sostenida y una ejecución sorprendentemente eficiente. Bajo la dirección de David Yarovesky, el filme se convierte en un thriller psicológico contenido donde el verdadero espectáculo no está en los escenarios ni en los efectos, sino en la dinámica entre dos personajes atrapados en un juego de poder, venganza y redención.

Inspirada libremente en la película argentina 4x4 (2019), Encerrado traslada esa idea a un terreno más universal, combinando la asfixiante sensación de encierro físico con dilemas morales más amplios, ¿hasta dónde llega el castigo justo? ¿quién merece ser considerado víctima y victimario? ¿qué significa realmente la justicia cuando se toma por mano propia? Estas preguntas resuenan a lo largo de los 95 minutos de metraje mientras el espectador se ve arrastrado a un enfrentamiento a dos voces.

La premisa se centra en Eddie Barrish (Bill Skarsgård), un ladrón de autos acostumbrado a moverse por las calles como un depredador urbano al ser rápido, sigiloso y acostumbrado a los riesgos pero una noche, cuando intenta robar una SUV de alta gama en lo que parece un vecindario común, la situación da un giro infernal. El vehículo resulta ser una trampa al estar completamente blindado con sistemas de control remoto, bloqueo de señal y una inteligencia artificial diseñada para dejarlo aislado, sin escapatoria.

Del otro lado está William Larsen (Anthony Hopkins), el dueño del vehículo, un hombre mayor que observa cada movimiento de Eddie a través de cámaras internas y que no solo busca recuperar lo suyo, sino enseñarle una lección pero, ¿es justicia lo que busca Larsen  o simplemente venganza disfrazada de moralidad? A lo largo de una noche interminable Eddie enfrenta el sofocante encierro físico y sus propios remordimientos, errores y miedos en un juego del gato y el ratón que se vuelve cada vez más psicológico.

Encerrado es ante todo un ejemplo de cómo el cine puede construir una experiencia visceral a partir de los elementos más simples, ya que no es una película que apueste por la espectacularidad visual ni por una trama llena de giros sorpresivos, sino en el juego psicológico, en el lento desmoronamiento emocional de su protagonista y en la sensación de asfixia que se va apoderando tanto del personaje como del espectador. Este thriller encuentra su fuerza en lo que sugiere y en lo que deja que la mente del espectador complete, siendo eso el miedo, la desesperación, la impotencia y la rabia.

Bill Skarsgård realiza aquí uno de sus trabajos más interesantes no porque entregue un despliegue grandilocuente, sino por cómo maneja las sutilezas desde el temblor de sus manos, hasta el sudor que le empapa el rostro o la mirada que va perdiendo foco a medida que las horas avanzan. Eddie Barrish es un personaje que en teoría debería resultarnos antipático pero la construcción del guion nos permite empatizar con él poco a poco al entender su desesperación y reconocer su humanidad detrás del error. 

Skarsgård logra humanizarlo, mostrarnos que no es solo un delincuente, sino un joven que carga heridas invisibles y que actúa por impulso quizás por necesidad o vacío. Por el otro lado, Anthony Hopkins es simplemente magnético, aunque su presencia física es limitada su voz domina la escena al ofrecer una voz grave, pausada, que juega a ser juez, verdugo y narrador omnipresente.

Larsen es un personaje fascinante porque se mueve en una zona moral ambigua al representar al hombre común que cansado de ser víctima de la delincuencia, decide tomar las riendas por su cuenta pero lo que empieza como una simple lección rápidamente se convierte en una muestra de poder, control y humillación. Hopkins maneja este rol con maestría, logrando transmitir amenaza, ironía e incluso un dejo de tristeza como si su propio plan lo estuviera devorando desde adentro.

Luego, la dirección de David Yarovesky es otro de los pilares que sostienen la película, con una puesta en escena minimalista, el director apuesta todo a la claustrofobia en donde el encierro es físico y emocional. La cámara se vuelve casi un personaje gracias a que se acerca demasiado al invadir, observar desde ángulos incómodos y crear una sensación constante de vigilancia. 

El espectador no solo observa a Eddie, sino que siente que está encerrado con él, que respira el mismo aire enrarecido, que escucha los mismos crujidos metálicos, los mismos ruidos de advertencia del sistema del auto y por supuesto, que se asfixia por la ansiedad generalizada que el filme ofrece, además, el montaje es preciso, cortante, sin tiempos muertos ni florituras innecesarias, lo que ayuda a mantener la tensión en niveles altísimos durante la mayor parte del metraje.

Otro punto destacable es cómo la película trabaja sus temas de fondo como la justicia, el castigo y la redención ya que Encerrado es una reflexión sobre los límites que estamos dispuestos a cruzar cuando creemos tener la razón. ¿Es legítimo torturar a alguien que ha intentado robarte? ¿Es suficiente con recuperar lo perdido o queremos además infligir dolor al dejar una marca para convertirnos en jueces de los demás? La película plantea estas preguntas sin dar respuestas fáciles, dejando al espectador en un terreno incómodo porque aunque a simple vista el villano es Eddie, la verdadera oscuridad es Antohny Hopkins.

Sin embargo, no todo es perfecto porque el mayor punto débil de Encerrado es su desenlace ya que después de construir una tensión creciente durante casi toda la película, el clímax se siente apresurado y casi contenido como si el guion hubiese decidido no arriesgarse demasiado, faltando ese golpe final que descoloque, que sacuda emocionalmente o que deje al espectador con el corazón en la boca, el final no es pésimo pero se siente tibio en comparación con todo lo que se había acumulado antes.

A nivel técnico, vale la pena destacar también la banda sonora que acompaña los momentos clave sin subrayarlos demasiado, dejando espacio para que los silencios y los sonidos del encierro hablen por sí mismos. El diseño sonoro es impecable ya que cada eco, chirrido y pitido del sistema del auto está pensado para generar incomodidad y amplificar la sensación de vulnerabilidad, en donde la fotografía, oscura pero cuidada juega con reflejos, luces rojas de alarma y sombras que parecen crecer dentro del habitáculo, haciendo del auto no solo un espacio cerrado, sino casi un monstruo vivo.

En definitiva, Encerrado es una película que se apoya en el poder del minimalismo, del suspenso bien trabajado y de las interpretaciones sólidas, es un thriller psicológico que consigue ser bueno e interesante no porque proponga algo radicalmente nuevo, sino porque ejecuta de forma precisa lo que promete, osea, tensión, encierro y duelo moral. Es una experiencia que deja pensando, que genera conversación, que incomoda, aunque también deja con la sensación de que de haber apostado un poco más fuerte en su conclusión, podría haberse convertido en algo realmente memorable.

Al final queda como una recomendación clara para los amantes del cine de tensión psicológica, para quienes disfrutan de las historias que encierran a sus personajes y los obligan a confrontarse a sí mismos y para quienes saben apreciar un duelo actoral contenido pero potente. Aunque no alcanza la grandeza, Encerrado demuestra que el buen suspenso no necesita demasiados elementos, solo actores comprometidos, un guion tenso, una dirección enfocada y una puerta que no se puede abrir.


 

 

 

Calificación: 7.5/10

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