The Old Guard 2: Una inmortalidad rota en un mar de ruido, batallas y recuerdos que ya no pesan

Después del éxito inesperado de La Vieja Guardia en 2020, las expectativas sobre su secuela eran naturalmente altas ya que la primera entrega logró un equilibrio poco común en el cine de acción contemporáneo al combinar escenas intensas y bien ejecutadas con personajes complejos que mostraban una humanidad profunda a pesar de su condición inmortal, además, supo abordar temas filosóficos sobre la eternidad, el sacrificio y el peso del tiempo sin perder ritmo ni emoción, lo que la convirtió en una experiencia fresca.

Por eso, 5 años después, llega su secuela, la cual generaba anticipación entre los fans y críticos quienes esperaban una expansión mantuviera el nivel e enriqueciera la mitología y la carga emocional de sus protagonistas. No obstante, la segunda parte llega con una propuesta que, aunque logra entretener y ofrecer su cuota de adrenalina, no consigue sostenerse con la misma fuerza ni frescura narrativa que su antecesora, puesto que carece de aquella chispa que la hizo memorable y que conectó tan bien con la audiencia.

Esta falta de renovación narrativa y profundidad emocional se refleja en la manera en que la cinta aborda sus temas y desarrolla a sus personajes, dejando una sensación de oportunidad perdida. Aun así, no puede descartarse por completo pues mantiene elementos que pueden atraer a quienes buscan acción sólida y una continuación del universo que se presentó originalmente, sin embargo, la balanza se inclina hacia un producto que cumple pero no trasciende y que se disfruta pero no emociona en igual medida.

La Vieja Guardia 2 retoma la historia donde la primera parte la dejó, con Andy y su equipo enfrentándose a retos que ponen en jaque sus vidas, osea, la misma esencia de lo que significa ser inmortal y con la llegada de nuevos personajes llenos de misterio y ambición, se desencadenan una serie de eventos que exigen decisiones desgarradoras y revelaciones inesperadas. Entre traiciones, alianzas frágiles y batallas épicas, el grupo debe navegar una tormenta emocional mientras defiende su legado, el cual, corre peligro.

Dicho lo anterior, la trama ahora expande su universo al introducir figuras que desafían la noción misma de inmortalidad, cuestionando la moralidad y el propósito de un grupo que ha vivido por siglos en las sombras porque Andy, cargada ahora con el peso de su mortalidad, debe confrontar sus propios límites y dudas, mientras Nile asume un rol cada vez más central, luchando por mantener la unidad en un equipo fragmentado por conflictos internos y resentimientos acumulados.

Además, la tensión se incrementa cuando una amenaza inesperada pone en peligro la existencia secreta del grupo, obligándolos a tomar decisiones que impactarán su futuro, cuestionarán sus valores y la posibilidad de redención. A pesar de contar con momentos de acción vibrantes y un desarrollo mitológico interesante, la película se queda corta al no profundizar lo suficiente en la complejidad emocional que estos personajes inmortales deberían reflejar, dejando varias preguntas abiertas y conflictos sin resolver.

El guion se presenta como el gran detonante que limita el potencial de esta secuela ya que mientras la primera entrega logró equilibrar hábilmente la acción y profundidad emocional, aquí la narrativa se dispersa y se siente apresurada como si el esfuerzo principal fuera encajar un mayor número de elementos y sorpresas en lugar de construir una historia coherente y potente.

Uno de los problemas más evidentes es la acumulación de subtramas que no terminan de cuajar o desarrollarse con la suficiente claridad porque el filme intenta introducir nuevos personajes y conflictos que en teoría, ampliarían el universo pero muchos de estos elementos quedan a medio camino, sin un cierre satisfactorio ni una integración natural con la trama principal, haciendo que se genere una sensación de improvisación o relleno que distrae y reduce el impacto dramático.

En cuanto a los personajes, aunque el reparto actúa con entrega y carisma, el escrito no les da el espacio necesario para evolucionar o para que sus conflictos internos se exploren a fondo, las motivaciones de algunos, especialmente de los personajes nuevos, resultan ambiguas o poco convincentes y los conflictos emocionales entre ellos carecen de la intensidad y complejidad que el tema de la inmortalidad podría ofrecer, provocando que el espectador tenga dificultades para conectar realmente con sus dilemas.

Luego, los diálogos en este contexto, sufren de cierta superficialidad y recurren a frases hechas o explicaciones demasiado explícitas, lo que rompe con la sutileza que el tema merecería debido a que el panfleto, en su afán por avanzar rápido, sacrifica momentos de reflexión o construcción emocional, dejando al filme más centrado en la acción visual que en la profundidad de su historia.

En suma, la historia de esta secuela es una sombra de lo que podría haber sido, cargado de buenas intenciones y grandes ideas que lamentablemente, no logran materializarse con la fuerza y coherencia necesarias para hacer de La Vieja Guardia 2 una entrega para el recuerdo, al final el largometraje paga el precio de un desarrollo narrativo deficiente que limita su alcance y reduce su impacto.

Y aunque La Vieja Guardia 2 se tropiece con su narrativa, en el terreno visual y técnico intenta brillar pero con luces y sombras, por ejemplo, la dirección cinematográfica de Victoria Mahoney, lejos de ser el punto fuerte, resulta algo decepcionante porque si bien, mantiene cierto dominio en las secuencias de acción y respeta el estilo visual establecido en la primera entrega, su enfoque carece de consistencia y fuerza narrativa ya que algunas escenas se sienten dispersas y poco inspiradas.

Posteriormente, la fotografía juega un papel fundamental para sostener la atmósfera de la película ya que su uso de la luz natural y los tonos fríos otorgan un aire realista y áspero que contrasta con la fantasía inherente al argumento de la inmortalidad. Esta paleta ayuda a acentuar el desgaste emocional de los personajes, reforzando el sentimiento de peso y agotamiento que sugiere el guion, aunque sin llegar a la intensidad del primer film.

El montaje procura un ritmo acelerado, especialmente en las secuencias de acción que contribuye a mantener la tensión y el pulso narrativo en momentos clave, sin embargo, esta rapidez también puede jugar en contra ya que en ocasiones las transiciones abruptas dificultan la inmersión, generando cierta desconexión en escenas de desarrollo emocional o diálogo.

En cuanto al diseño de producción, el filme se luce con locaciones internacionales que enriquecen visualmente el universo de La Vieja Guardia desde calles europeas históricas hasta parajes naturales que contrastan con la violencia de las batallas, la puesta en escena es detallada y cuidada, sin olvidar que la ambientación combina elementos modernos y antiguos, reflejando el choque entre lo eterno y lo efímero que viven sus protagonistas con un vestuario y utilería que refuerzan el realismo de un grupo que ha caminado por siglos.

Finalmente, la banda sonora es particularmente olvidable, alejándose de las texturas electrónicas del primer film ya que en esta secuela, se opta por sonidos más orgánicos y tintes tribales que acompañan la sensación de inmortalidad cargada de melancolía y fatiga pero sin llegar a generar una identidad sonora memorable. La música cumple con acompañar las secuencias de acción y aportar momentos de calma pero carece del impacto emocional necesario para potenciar la experiencia audiovisual.

En conjunto, estos elementos técnicos y artísticos muestran que La Vieja Guardia 2 tiene un diseño cuidado y una producción visual atractiva pero la decepcionante dirección cinematográfica y la banda sonora insípida, revelan las grietas que no logra cubrir un guion irregular, dejando a la secuela a medio camino entre el entretenimiento y la oportunidad desaprovechada.

En definitiva, La Vieja Guardia 2 se presenta como una secuela que aunque mantiene la intensidad de sus combates y la ambición de expandir su universo, se queda corta al no lograr el equilibrio emocional y narrativo que hizo grande a su predecesora, es una historia que entretiene pero que carece de la profundidad, frescura y coherencia necesaria para trascender y dejar una huella duradera en el género, más que una evolución, es un recordatorio de que incluso lo inmortal puede desgastarse cuando no se le brinda el cuidado adecuado en su relato.


 



Calificación: 6.5/10

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